Porque es una revista que no cae en los tópicos y en las modas del ciclismo de hoy.

Porque es elegante, tiene una línea ligera, y colores cada vez elegidos según un principio concreto. Las fotos no son parte del decorado, sino parte integrante del cuento, o a veces incluso el cuento mismo. Y las palabras sobran.

Porque el papel no se gasta y se puede volver a hojear miles de veces sin que se estropee, como un buen libro. De hecho, en seguida “Pedalier” se convierte en una de esas revistas que nunca se tiran: se guarda en la estantería y es tan bonita que dan ganas de que salgan nuevos números solo para llenar toda una sección de nuestra biblioteca personal.

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Porque nos cuenta historias, pero con la H mayúscula: Giro d’Italia, Tour de France, Vuelta a España, y etapas de carreras que han hecho la historia del ciclismo.
Y -casi de la misma forma- en una de las secciones de la revista, “Rutas“, descubrimos paisajes nevados y caminos hacia el mar vividos encima de una bicicleta, muchas veces en soledad y en silencio, y siempre como si fuesen etapas importantes de una carrera, o de una vida.

Porque en Pedalier siempre encontramos a personas, no a personajes.
En un artículo sobre Gianni Bugno o Marco Pantani descubrimos sus facetas más humanas, los detalles que las grandes biografías no nos cuentan, las palabras que en los documentales de televisión nunca escuchamos.
Las entrevistas nunca son meras entrevistas. La descripción de una mirada o de un pequeño gesto nos sumergen en el encuentro con ciclistas casi legendarios, y es como estar con ellos en la misma habitación, en el mismo bar tomando una cerveza juntos, mientras nos cuentan sus aventuras y su visión del ciclismo, como si fuesen amigos de siempre.

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Porque se trata de una lectura intensa, que requiere su tiempo, su espacio. “Pedalier” no es una revista que se pueda leer en cualquier lugar.
Nos da un gusto especial encontrar el momento adecuado para leerla…
Cuando no hay nadie en casa.
Cuando todos duermen.
Cuando la tele, la radio, la música están apagadas.
Cuando llueve.
Cuando nos hemos preparado un té y nos lo podemos tomar tranquilamente en el sofa sin ser molestados.

Y, por último, también nos gusta Pedalier porque los editoriales de Aitor Molina siempre suenan como una declaración de cariño para nosotros, los lectores.

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